Huida

Me hubiese gustado quedarme
y degustar el pastel que prepara tu madre
bajo la luz ténue de un quinqué,
en medio de un ulular de aves nocturnas
respirando viento que peina las ramas de tran presumidos árboles.
Ser uno, bailar,
seguir volando
como en cada encuentro siniestro de nuestros cuerpos,
pero me tengo que ir.
Me voy,
no me quemaré en esta hoguera continua y venenosa.
Fui adicta, no lo negaré
tenía en los dedos fuego que emergía con tu piel alcohol.

El tiempo lo tengo contado,
ya lo sabías.

Salgo de esta cuna y de su arrullo-hipnosis.
Cierro los ojos y me amarro las tripas.
El coño se me hace cero,
Y mientras tú te ocupas de otro vientre
como siempre,
así eres.
Y yo ya me estoy yendo.
Parto,
nazco de nuevo,
soy un abedul andante.
Porque mi vientre es el mundo
Y el cielo
Y la tierra
Y los hijos de ella.

Soy una hoja marchita que se volvió agua.

(Me toca la abstinencia durante el viaje,
no quiero imaginar cuantas veces tendré que golpear mi cabeza
y amarrarla a un poste para no mirar atrás.
Porque como todo adicto, hay altas probabilidades de recaer.)



Anny