Canvas of Life

Canvas of Life
La vida hace de nosotros lo que somos, en un instante imprevisible.

lunes, 29 de octubre de 2012

Desvarío

Ya no es posible confiar ni en la sombra, ésta desparece, se aleja cuando el medio sol de la burlesca ciudad se esconde, y te quedas como pendejo pensando no sé qué, mirando sin mirar hacia el vacío, contemplando cómo decae la difusa, tristemente sin sentido. Estás ensimismado, expuesto, libre y solo, el viento te araña la nuca en cada paso, te corta las ganas de los poros en el cuerpo, te eriza caprichosamente y suben las ansias del cerebro. Caminas ¿o flotas? "¡Sepa qué!" Sobre-valuados están los mosaicos gruesos del desgastado carmín por donde vagas. Te concentras en el adentro, y los monstruos del ruido parecen desvanecer, los oídos andan en "mode off".

El semáforo y la luz rojita, te mueves y sigues caminando como dejándote llevar; levantas los ojos y observas algunos humanos que transitan a cuestas con rostros que ni La llorona se los cree, pálidos como no queriendo y las muecas del sin sabor, como caballos de pasarela, maltratados, mirando abajo como si no existiera el arriba. De vez en cuando piensas en el niño de la esquina, lo analizas, y te preguntas si ya comió o si ya bebió, si terminó de vender los chicles y su mamá lo llevo a la escuela, o  su papá le dió la paliza sin remedio y sin razón como todas las noches. Pero vuelves a ti -"ya me vale madres"- piensas. A zancadas prefieres "tijerear tus pies", transpiras, sientes el sudor resbalando por la frente sin un mejor motivo; entre aumentes la velocidad menos repiensas.

Después de tambalearte un rato, llegas a la guarida, arribas y tu olfato detecta un suave olor húmedo, ha llovido cerca. Sometes la llave al picaporte, colocas tu mano en la puerta y entras. Te postras en la entrada, con los hombros firmes y colocas la maleta vieja, negra como tu conciencia, en el escritorio atolondrado de papeles, libros y tazas en desaseo. Respiras profundo, descansas y te sientes al fin a salvo, como un niño que llega a los brazos de su madre: "estoy en mi ecosistema".

La puerta se abre, andas hasta el fondo sin pasar por lo cotidiano, y los ojos se miran a sí mismos. ¿Qué es lo que observas? Te preguntas: ¿Un bosquejo de las llanuras de la zona costera del Pacífico? ¿Una habitación llena de pelotas y niño dormido? ¿Una pintura de Remedios Varo? Simplemente lo sabes, no lo entiendes, no es necesario. Te adentras, vas despacio recorriendo paso a paso, navegando a través de lo que parece un laberinto. ¿Es la noche? ¿Es el día? Aquí no existe el tiempo ni el momento.

Tú eres la cámara, vas observando y atravesando cada vez más al fondo. Enfocas todo detalle, es indescriptible, no lo habías vislumbrado en tu entorno, antes, nunca. Caminas sobre un estrecho pasillo al parecer rodeado de musgo, a medias verde como el uniforme de un triste militar.  Sientes la humedad sobre tus poros, sofoca como un mar. Es más estrecho conforme avanzas. No te sientes cansado pero estás agitado, hace calor y estás empapado. Te detienes, respiras y reposas tu cuerpo sobre una gran roca redonda, que encierra tal vez un camino contiguo. ¿A dónde voy?- te preguntas, -¿éste soy yo? ¿me perdí? ¿sigo aquí?- mientras te ahogas y el aire se torna más denso. Quieres regresar, salir, pero no has visto el letrero con luz neón "Exit", de esos que hay en las salas de los cinemas.

La ansiedad recorre tus manos, las mueves como la muerte al estar esperando. Gritas, lloras, pero nadie te escucha; estás solo en ese lugar, plantado como un edificio más antiguo de la colonia donde vives, abandonado, con la cáscara corroída por la lluvia, el sol y el viento. Comienzas a pensar, recuerdas cómo entraste a caminar sobre el sendero que te trajo hasta allí; levantas el rostro, no sabes si son nebulosas o cometas, tal vez supernovas, no logras distinguir; los destellos tintineantes te tranquilizan y los latidos de tu corazón comienzan a disminuir. - ¿Cómo llego hasta arriba? ¿Estoy en el infierno? ¿Es el infinito universo? - Cuestionas, absurdamente, sabes que no es real pero lo haces, al fin nadie sabe ahí que tan estúpido te sientes, sólo tú.....

sábado, 27 de octubre de 2012

Víctor


Es mi sed que se apaga
poco a poco cual espejismo en el desierto
tan seco, tan lejos el haber del ayer.
La arena se moja con tus olas
neutras y finas, sin saber que me esperaban
de hace tiempo, sin saber que las buscaba
desde que nací.

No encuentro la forma a lo que existe,
ni la lógica de las respuestas al cómo y el por qué.
Si supiera el paradigma que me espera,
el enigma que me abrocha a ti
estupefacto, sublime y mundano,
no estaría tranquila bajo las alas que me brindas
y me cobijan aquí.

Mis brazos cansados se van contigo
como el agua andando sobre el calmado río,
agua mía sobre tus dedos;
se va mi aliento como el viento
sobre tu alma y se lleva las espinas
clavadas por el tiempo, junto con las mías.
Me atemoriza, pero la paz en tus ojos
se presenta ante el miedo iracundo
encerrando las penurias, despojándolas
cual basura inmunda hacía el pozo
de fondo conocido, quemando evidencias
del antes y el después vacío.

Complementas el desperfecto de mis labios,
sellando cual verso el humilde sentimiento
que crece infinitamente ante lo vivido y por vivir.
Porque junto a tu boca no hay freno que me alente,
ni colocarme en lo vano y absurdo intente,
es el fuego de tus manos que me encienden
y me invitan a creer, me hace existir y sentir
que puedo vivir dentro de ti eternamente
hasta perderme, mientras me motivo a vivirte,
contemplarte hasta gastarte.

Te amo inmensamente, como aman los mares a las tierras,
las flores al campo y las tormentas al cielo.
Eres el exceso que me levanta por las mañanas,
que hace virar mi cara hacia arriba
y dar gracias por Víctor en mi victoria,
ahora solo bebe y extasía junto a mi la gloria.

*Anny*

jueves, 18 de octubre de 2012

Usted


Compartir la vida más allá de los sueños
junto a su cuerpo delgado
es mi motivo, mi sentido y el fruto anhelado,
del ser que mueve a la dueña de esta mente.
Vencer en el juego y el fuego,
caminar, correr y saltar al vacío
con los ojos abiertos, para cerrarlos juntos
en el extremo del camino infinito.

Sepa usted, mi cielo, mi infierno,
que cada paso que ahora doy
me niego a pensarlo sin su voz y su aliento,
quiero pasearlo conmigo y soltarlo nunca,
aunque mi delirio parezca un gran golpe
que corre desde la sien hasta la nuca,
vislumbro un magnífico sendero
y un excelente fin de mis tiempos
junto a su cabello rizado, su maquiavélica sonrisa
y las ideas retorcidas que trae su cabeza.

Hágame usted el favor, de derretirse en mis venas
y darle a mi alma sabores inexplicables,
que usted ya sabrá, el espíritu que se carga es invaluable,
incomprendible, insaciable, incalculable.....

Usted, tan amado mío,
¿Quiere joderse y perderse conmigo?
Que yo estoy hasta dispuesta a vivir en su ombligo,
para después andar despacio sobre su piel,
dormir entre sus manos, manos en las que quiero nacer
cada día, y morir por la noche entre sus piernas.
Deme sus días y sus noches enteras,
yo haré que usted despojarse de mi ya no quiera.

*Anny*

lunes, 15 de octubre de 2012

Gracias

Gracias por confiar en mi
cuando ni yo podía creerme.
Gracias por aliviarme
cuando pretendía encenderme.
Eres una luz en mi vida, en mis días;
las sonrisas y locuras son contigo
el máximo infinito del cariño.
Te quiero, ser de inmenso fulgor,
humano de miel, humano de acero,
has hecho mi camino menos áspero y rastrero.
Te has apoyado a mi hombro y yo en el tuyo
como dos hermanos de sangre, aunque no seamos,
somos hermanos de alma y mente
pues siempre me mantienes al temple,
como yo a ti.

Cuando ando volando y caigo, estás ahí
para rescatarme entre el saber de tus brazos,
para sollozarme "aquí está tu amigo",
que como yo, me das tu abrigo
y me salvas del hecho estúpido y mendigo.
Le doy gracias al mundo haber nacido
y haberme encontrado en tu camino.
Te quiero amigo mío, mi hermano, mi sabio,
gracias por devolverme
gracias por caminar junto a mi
gracias por quererme
gracias por aceptarme y entenderme.
Gracias por tu amistad,
que como un gran campo de flores,
me espera después de cruzar la puta ciudad.


*Anny*

miércoles, 10 de octubre de 2012

Chingar


Dentro del vocabulario mexicano encontramos: Chingar,
un sinónimo de molestar, importunar y estropear.
Te estropean, te molestas, te escupen, te autoescupes,
te joden las piedras que en el camino te encuentras,
y a veces tú mismo las pones
pero recuerda que todas ruedan;
"¡Ya me chingué!", dices, "¡Ya te chingaste!", te dicen por ahí,
pero las razones las traes dentro, en el allí.
Mira que son demasiados los factores pa' chingar
y bastantes circunstancias para decir ¡ya me chingué!
Bien y bonito, ¿chingar y chingarse es bonito?

No hay mayor satisfacción para el ego que ver jodido al enemigo,
pero también te sientes jodido cuando se chingan a tu amigo;
"el dadaísmo del ser", ser congruente y pendejo a la vez.
¿Te han chingado o has chingado alguna vez?
¿Con besos, con nexos o con una pistola en la sien?
Que cada día te reinicias y mueres, te jodes como humano,
que nunca te preocupa, lo sabes que antemano.

¡Vete a la chingada!  Sé llegar no te preocupes,
que si  te mando te doy un croquis y no te pierdes;
mientras disfruta del camino chingando y jodiéndote,
enamorándote, alejándote, sonriendo, viviendo,
muriendo, naciendo, escribiendo y haciendo....
Que no hay cosa más hermosa que chingar y chingarse,
degustando y gozando amarrarse para después safarse,
y por último morir bien cogido y recogido
a causa de lo que quieras, quien quieras y cuando fuera....

*Anny*

martes, 9 de octubre de 2012

Quiero volar, hazme volar

Quiero llevarte conmigo,
conmigo dentro de mi,
cual necesario sentido para vivir.
Quiero volar junto a ti,
perderme, elevarme, prenderme en ti;
hazme volar con tu locura
y quítame las falsas ataduras,
que el tiempo no asegura
y tampoco a una bruja la vuelve pura.

A veces siento que me funde el peso
de los fantasmas y demonios,
de aquellas preguntas sin respuesta
que hacen orbitar mis sesos;
pero me envuelves en el ingenio
de tus sueños, de tu cielo,
y haces que olvide el suelo.

Quiero sentir tus labios, sentirte mío,
que tus besos son el viento
que me eleva hasta el infinito,
del que temo no exista el regreso.
Y es por aquello, eso, esto,
que quiero volar sin retorno, sin medida,
quiero volar en tus brazos,
quererme libre y quererte en vida,
quererte en muerte, abajo y arriba,
ser libre entre el amor y sus lazos.
No  importa si me haces volar un milenio,
tal vez un sexenio, no importa,
te quiero a la par, a mi lado volando...

Eres mi fuego anhelado,
enciendes hasta lo nunca pensado.
Tu mente me lleva, me trae,
y me dejo tambalear....
Le temo a dejar de volar, a caer,
porque ganas traigo de no volver.

*Anny*




lunes, 1 de octubre de 2012

Zombie

Últimamente los humanos ya no observan, ¿será porque ya han mirado en demasía? Tal vez creen acostumbrarse al desatino, al sucio viento, al exceso de apatía, al andar raído, a las caras largas y las ropas desgastadas. No levantan el rostro ni analizan los ojos, ni siquiera a sí mismos en el simple espejo. 

El dejar de curiosear y acechar, disminuye la percepción; no hay advertencia, se esfuma el aprecio, no  impresiona el caminar del ciempiés ni la mirada del gato, mucho menos el habla del mudo y la mirada del ciego, tampoco soportas el cuento de Juan Rulfo ni las matemáticas de secundaria del Baldor. Y es que los ciegos miran con el alma y por eso los sentidos los traen como cual amantes danzando bajo las notas del sax de Ben Webster. ¿Qué sientes cuando escuchas correr el aire entre el tlapitzalli?


¿Ya dejaste de inmutarte con el niño de cuatro años que limpia parabrisas en el semáforo cuarto de la quinta avenida? ¿Las casas de cartón sobre el camellón no te hacen sentir un hueco en el estómago? ¿Ya no le deseas buen día y le regalas un trozo de pastel al anciano de la pierna rota en el metro? ¿Y qué hay de la vista al basurero-parque de la esquina, tapizado de colillas de cigarro y no de césped? Los perros flacuchos de mirada perdida sobre el camino ¿ya no te dan ganas de tirarte a llorar como vil niño? ¿Ya no sientes coraje y ganas de correr y gritar afuera del edificio de la CNDH, del DIF, de la "Casa hogar", del Senado, de los Pinos, de Palacio Nacional, de la Catedral, de la Basílica, en la avenida más cercana a tu casa? Siéntate y cavila. ¿Ya no te vislumbras tirándote desde la Torre Latino y tu foto en la primera plana del periódico más amarillista? "El cráneo sobre el asfalto y los sesos atiborrados entre el polvo y las pisadas transeúntes", y los apelmazados mirando como lelos, diciendo -"Si, a ese wey lo conocí, ¡re-loco!, decía que estaba hasta la coronilla de la gente, que la educación no sé qué y que la política, y la manga del muerto. Y sí, ya está muerto, ¡pobre!"- (Loca y pobre la mujer que te parió, pinche conformista). 

No te cuestionas lo anterior, no te tiras al piso con las manos sobre la cabeza: "lamento decirte que has muerto, has desfallecido sin saberlo", eres un zombie, un pendejo más que dice que "estoy vivo porque respiro". Del montón, que se conforma con los cuántos pesos del pinche trabajo y el jefe gordo explotador: el que llega con su familia y grita tonterías al primero que se pone enfrente, o ¿le echas la culpa de tu desgraciada vida a otros?. No observas, no piensas, no reflexionas, no experimentas, no dudas, no te cuestionas, no te emocionas, no entiendes, no comprendes,  no contribuyes, ¡no, no, no, no! Eres nada, no sirves.

"Si no duele, no sirve", decía algún profesor de educación física en la preparatoria - "Si el ejercicio que haces no provoca la formación de cristalitos ácido láctico entre tus músculos, hasta sentir que tus piernas son un par de tablas, lamento decirte que te has meneado en vano"-. Y sí, encontré una analogía que he comprobado: si no lees hasta que te duele la cabeza no has leído demasiado, y que te punce hasta morir porque tardaste tiempo y esfuerzo en comprender las miles de letras. No aprendes si no lees, no ves y tampoco escuchas; no entiendes si no vuelves a leer y mucho menos comprendes ¿me explico? Con manzanas: Si no observas ni analizas entonces no aprendes, no entiendes y no comprendes, por lo tanto ¡No sirves!. ¿Por qué no sirves? Simple, eres un humano automático, un robot, un zombie, llámale como quieras.