En aquellas épocas cuando asistía a la escuela preparatoria, gustaba de leer lo que a mi profesor de letras le parecía "subliteratura". La saga de Harry Potter, que en ese tiempo estaba en pleno auge, me parecía lo más descriptivo e imaginativo que pudiese existir. En el cuarto libro titulado "Harry Potter y el cáliz de fuego" encontré aquello que sería tema de plática en mis años posteriores, la adivinanza de la esfinge.
Harry Potter, cuando entra al laberinto se encuentra una esfinge que no le permite el paso hasta que responda la siguiente adivinanza:
La esfinge se sentó
sobre sus patas traseras, en el centro mismo del camino, y recitó:
Si te lo hiciera,
te desgarraría con mis zarpas,
pero eso sólo
ocurrirá si no lo captas.
Y no es fácil la
respuesta de esta adivinanza,
porque está
lejana, en tierras de bonanza,
donde empieza la
región de las montañas de arena
y acaba la de los
toros, la sangre, el mar y la verbena.
Y ahora contesta,
tú, que has venido a jugar:
¿a qué animal no
te gustaría besar?
Harry la miró con la boca abierta.
Si nunca habías leído esta adivinanza, dime tú ¿A qué animal no te gustaría besar?
Araña
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