Con lápiz dibuja el cielo una sombra sobre sí,
Poco a poco va dejándose abierto ante el orbe
Manchando de bruna tinta y abismos en frenesí:
Sangre, mar, y verbena. Todo aquel manto que absorbe.
Con tijeras pareciese que trozara el naranja atardecer
E hiciera brotar en los árboles el recelo,
Por sus hojas en azabache hacer arder
Ante la sonrisa del edén en pleno vuelo
Sin embargo, el mar en las tinieblas no teme perecer,
Pues alcanzar intenta los ojos del cielo
Que como espejos lustrosos comienzan a aparecer
Alrededor de la luna desafiando un duelo
Pero el duelo debe terminar así
Cuando el sol se muestra como conde
Y el mar no intenta duramente mecerse en sí
y el libro de los sueños se esconde
Escribí este poema cuando tenía 16 años,
Tantos recuerdos.
Anaid.
No hay comentarios:
Publicar un comentario