Miro los árboles mecerse al compás de viento, desde la ventana frente a
la computadora soy espectadora de un saludo cordial. La luz del Sol que
estuvo ausente desde la semana pasada me invita a mirarle cómo hace
del panorama armonía. Afuera todo sigue su curso, como el allegro de
Vivaldi en primavera, aunque es invierno y lloran hojas por el suelo,
trinan las aves de alegría por mirar la luz. Siento paz en el ambiente,
estoy en el edén de la trascendencia, de una meta cumplida, el sueño de
una niña de cinco años logrado, pero existe un hueco que aún no logro
llenar (¿o terminar de vacíar?), ¡qué voy a saber yo de interiores!
Cuando siempre me gusta estar afuera.
La oficina me parece grande, es excepcional y agradable, incremento mis
ganas de aprender cada día y exploro en otros, en artículos, en libros,
códigos, desarrollos matemáticos y fundamentos físicos, pero en el único
lugar que no logro buscar es dentro de mi. Parece ser que algo se
esfumó, algo se ha marchado y no quiere volver; alguna parte de mi tomó
su par de cachivaches y decidió salir por la puerta grande para nunca
más mirar atrás.
Tengo hambre desde hace días, hambre y sed de algo que no se encuentra en la tienda de la esquina y mucho menos en una cadena de supermercados estadounidenses. No he probado un sólo bocado de paz interior.
- - -
Eran las 7:00pm cuando salí de mi oficina, ya no había una sola
persona así que decidí salir e irme a casa. Cuando puse un pie fuera
del edificio me percaté de que hacía un poco de viento, no helaba los
huesos pero si recorría un escalofrío todo mi cuerpo. Avancé sobre el
pasillo, aquél rodeado de las demás construcciones y los pequeños
jardines. No presté atención a mi alrededor, la verdad no levanté la
cara para ver quién pasaba a mi lado, pero algo me llamó a mirar al
cielo.
La luna, esplendorosa en amarillo saludando y
regocijando su victoria ante mis ojos; y es que no podía dejar de mirar
tan majestuoso paisaje azul, sombrío, oscuro, en donde sólo resalta el
fulgor de tan pequeño satélite. Ella estaba solitaria, con el viento
susurrante, el eco, no había estrellas compañeras o pasajeras, y por un
momento entendí lo que tramaba. Siete semanas atrás me había sentido
igual, por tres semanas la Sra. Soledad había sido mi compañera y yo
apenas caía en cuenta.
No comprendía por qué a pesar de
estar acompañada me sentía tan sola, - "yo no soy así" - pensé, pero
es que en ese tipo de situaciones no se debe pensar en que uno mismo es
el culpable, sino en que las circunstancias por las que a veces pasamos
nos llevan a aislarnos del mundo. No es cosa que dependa únicamente del
ser mismo sino también del entorno.
- - -
Tengo pocos amigos y solo a uno le he comentado lo que me sucede en verdad. Estoy incompleta, ausente, paranoica, triste, enfadada y melancólica; no preguntes cómo una persona puede sentirse así, seguramente es porque no sabes lo que significa menstruar. No es que me encuentre en mi ciclo, más bien es como si mi ciclo me hubiera durado siete semanas ¿ajá? Una completa estupidez para el cuerpo humano, porque no estoy enferma ni mucho menos en una depresión, como aquella de hace dos años en la que casi me muero.
Lloriqueo por cualquier rincón en cualquier momento que tengo libre, en el trabajo no tengo permitido llorar porque se podrían manchar mis hojas y eso no sería divertido, si. Me gusta imaginar que arrojo todo a la mierda, que me pierdo en algún lugar y comienzo una vida nueva; la playa, el sol, el mar, el viento ondeando mi cabello cual bandera victoriosa, pero sólo se queda en imágenes vagas y absurdas. Debes saber que no me gustan los caminos fáciles, los de telenovela de Televisa ¿si? Más bien prefiero aquellos en los que hay que arrastrarse hasta el cansancio y vomitar varias veces, no comer y no dormir hasta alcanzar el objetivo deseado; ya sé, soy una célebre persona del masoquismo.
Volviendo al tema de las lágrimas que no cesan y el vacío, la ausencia de paz y demás conceptos hippies en los que estoy involucrada desde hace siete semanas, no logro razonar para solucionar mi situación. Me encuentro en el rango del valemadrismo total hacia mi persona (omitiendo mi trabajo, aclaro), estoy a un paso del precipicio y no dudaré en saltar.
Y tú, querido amigo ¿qué me aconsejas? Estoy dañada por dentro, por alguien más tal vez, pero no entiendo cómo manejar un corazón roto y defraudado.
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