El café está servido.
Negro en espuma,
el mar.
Ventosa de calor y azúcar mascabada,
que anula el sentido de los minutos.
No, pasa nada.
No, hay nada,
Sólo el instante que consume
los segundos como perlas que caen a un alcantarilla.
Reloj de arena,
y soy cero.
Me reduzco en el silencio de dos,
entre las palabras y risas de los comensales
(ejecútenlos a todos)
¡Que se acabe el mundo ahora!
Sin que logre escuchar,
en este momento en donde soy nada,
porque la nada siempre es mejor que el todo.
Anny
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