Tengo mucho deseo de destrozarte el corazón,
de estrujarlo con mis manos,
y pasearlo por todo mi cuerpo,
colorearme de un rojo de grana.
¡Rojo!, sangre escurriendo entre mis dedos.
Quiero clavarle alfileres y astillas,
morderlo, triturarlo con mis dientes,
deshacerle y comerle lentamente.
Mientras tú me observas atónito
con esos ojos de selva.
Ana
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